Una de las primeras lecciones que aprendí en mis días en comunicación es que la relación entre una marca y su usuario se establece en base a 3 niveles, que son los que definen la “Pirámide de valores”. Una pirámide en la que, a medida que asciendes de nivel, mayor será el valor aportado por la marca a su usuario y por lo tanto, mayor conexión, engagement y solidez en su relación. Y… ¿Cuáles son estos 3 niveles?
El nivel base, caracterizado por los beneficios del uso-desempeño del producto: eficacia, efecto, performance, sabor, calidad,… Estamos hablando del más racional/utilitario y donde quizás es más difícil diferenciarse de la oferta de la competencia.
(El detergente que respeta los colores, el jabón que limpia mejor, la bebida que más refresca, la compañía que ofrece entregas más rápidas…)
. EMOCIONAL/EXPRESIVO: ¿Cómo me hace sentir la marca?/ ¿Qué dice la marca de mí?
Una dimensión más emocional que más que basarse en las cualidades del producto, se centra en las sensaciones y emociones que la marca produce en el consumidor, tanto internas (como me hace sentir) como externas (que expresa de mí).
(La marca de ropa que me hace sentir joven, el reloj que marca mi elegancia, la colonia que me hace atractivo, el coche que me permite expresar un status o reflejar seguridad,…)
. CENTRAL: ¿Qué valores comparto con la marca?
Último nivel de la pirámide, donde encontramos los ideales o creencias que persigo en mi vida y que comparto con las marcas con las que me relaciono.
Hablamos de valores, morales (integridad, compromiso, solidaridad,…) o finales (amor, amistad, autorrealización).
Claro está que el nivel deseado dependerá de la categoría. No es lo mismo nuestra relación deseada o esperada con el detergente que utilizamos para nuestra lavadora (basada en la utilidad (eficacia)) que con la de nuestro coche (sí, existe un componente de utilidad pero también de status, imagen seguridad, confianza…).
Por supuesto el éxito pasa por ser “el mejor” en nuestro peldaño pero aportando un mayor valor que nos permita ascender en la pirámide y por lo tanto en la relación.
¿Pero qué sucede con la ropa laboral?
Estamos hablando del acto de “vestirnos”, de la capacidad que tienen ciertas prendas o marcas para hacernos sentir de manera especial, de expresar una actitud, una manera de ser e incluso de pensar y actuar. (Piensa en base a qué criterios decides la marca de ropa que vestirás o la prenda que te pondrás)
Históricamente la ropa laboral se ha caracterizado por una elevada dimensión funcional (la capacidad que tienen las prendas para adaptarse a la realidad y necesidades del empleado permitiéndole llevar a cabo su trabajo y tareas aportando también una dimensión basada en la calidad, durabilidad, resistencia,…) así como identificativa (que no expresiva!) en el sentido de reconocer la compañía en la que trabaja el operario ya sea a través de los colores corporativos o de la presencia del logo en las prendas (siempre he encontrado absurdo y una oportunidad perdida que el uniforme del empleado que me atiende me recuerde, a través de la presencia del logo en su uniforme, que estoy en el restaurante al que ya había decidido ir…)
¿Por qué no sacarle mayor valor a la ropa laboral de tu empresa?
¿Y subir uno o dos peldaños de la pirámide?
¿No sería interesante convertirla en un elemento de engagement interno a través de las sensaciones y emociones que puedes llegar a provocar en tus empleados?
¿Por qué no aprovechar la oportunidad de comunicar y expresar los valores, actitudes y compromisos de tu compañía?
¿Y si en un momento de crisis y urgencia climática, poder actuar desde tu uniformidad dotándola de un valor central hasta ahora inexistente en la categoría?
Estoy hablando de integrar la sostenibilidad en el diseño, confección y producción de tu ropa laboral, dando una respuesta desde la sostenibilidad a:
- ¿De qué material está hecha la ropa que visten tus empleados?
- ¿Dónde, cómo y en qué condiciones se ha confeccionado?
- ¿Qué sucederá con estas prendas tras su vida útil?
Integrar la sostenibilidad en tu ropa laboral te permitirá subir nuevos peldaños en la pirámide, añadiendo una dimensión central que gira en torno a la solidaridad y el compromiso de impactar positivamente en la vida de las personas y salud del planeta en este momento tan necesario.
Valores centrales que dotan de mayor fortaleza al peldaño emocional, estableciendo relaciones significativas con tus empleados, haciéndoles sentir parte de algo mayor, orgullosos no sólo de vestir valores corporativos, sino de pertenecer a una empresa comprometida, capaz de crear una cultura interna basada en la sostenibilidad y compromiso.
Y por supuesto, al nivel expresivo también, consiguiendo comunicar un compromiso, una actitud y un activismo más allá de la simple presencia de tu logo, impactando positivamente en la imagen, reputación y posicionamiento de tu marca y negocio.
Todo ello sin renunciar a la funcionalidad atribuida a esta categoría y contribuyendo a un presente más justo y sostenible!
Así pues, ¿quieres dar un paso más allá en tu ropa laboral y sacarle todo el partido posible?, ¿Quieres vestir de sostenibilidad a tu empresa? Y sobre todo, ¿Quieres formar parte de una comunidad que desea impactar positivamente en el planeta y en las personas?
Tus empleados, consumidores, usuarios, el planeta y la sociedad en general te lo agradecerá y mucho.
Da el paso, sube un par de peldaños en la pirámide de tu ropa laboral y viste tus valores.